lunes, 24 de agosto de 2009

Triste Ramadan en Palestina en la postguerra de Gaza



Dalal Abu Aisha, de 14 años, se sume en la tristeza en este principio de Ramadán: por primera vez estará sola en la ruptura del ayuno, porque sus padres, sus dos hermanos y su hermana murieron en diciembre durante la ofensiva israelí contra la Franja de Gaza.

La adolescente no quiere hablar del día en que perdió a toda su familia. Pero su joven tía, de 29 años, que ahora se ocupa de ella, explica que las heridas son profundas. "Ahora que ha empezado el ramadán (el mes de ayuno musulmán), se acuerda de los banquetes antes del amanecer, de las rupturas del ayuno junto a su familia, de los regalos que recibía de su padre", explica. "Parece estar siempre ausente. Pasa todo el tiempo en internet o delante de la televisión. Es una niña muy inteligente pero sus estudios se han visto dañados" por la guerra, afirma.

Para el tío de Dalal, Rashad, de 37 años, este Ramadán es el peor que jamás haya vivido su familia. Les faltan los bienes de primera necesidad y los regalos, y los precios se han disparado en los mercados. "La guerra provocó tanto sufrimiento adicional, es más de lo que podemos soportar. La vida de Dalal es difícil, como la de todos los hijos de mártires", afirma.

Según los servicios de urgencias locales, más de 1.400 palestinos murieron durante la ofensiva israelí de 22 días -del 27 de diciembre de 2008 al 18 de enero de 2009- destinada a hacer cesar los disparos de cohetes palestinos contra el territorio israelí.

Otra familia duramente golpeada por la guerra, la de Al Samuni, empieza el Ramadán en una carpa levantada sobre las ruinas de su casa, en el sur de la Ciudad de Gaza.

Y como Dalal, Almaza Al Samuni, de 13 años, no romperá el ayuno al caer la noche junto a su madre y sus seis hermanos y hermanas, todos muertos durante el conflicto. En total, 29 miembros de esta familia, entre ellos muchos niños, murieron en un bombardeo el 5 de enero. El padre de Almaza resultó herido. "Nunca olvidaré a mi madre y a mis hermanas", afirma la adolescente. "El Ramadán es muy duro sin ellas. Estoy triste porque mi madre no está para preparar la comida para la ruptura del ayuno y mi padre, herido, no puede trabajar", agrega.

"El mes de Ramadán reabre las heridas y reaviva nuestro sufrimiento", afirma el padre de Almaza, Ibrahim. "Mi mujer, mis hijos, mis hermanos y hermanas, todos murieron y nuestras casas fueron destruidas. Nunca más seremos felices", se lamenta.

En la Franja de Gaza, el Ramadán es difícil incluso para los que no perdieron a sus allegados. El territorio está sometido a un estricto bloqueo por parte de Israel desde que el movimiento islamista palestino Hamas tomó su control, en junio de 2007, y la reconstrucción no avanza.

"La mayoría de la gente en Gaza está sin trabajo y no tiene ningún ingreso", explica Sami, de 40 años. "No saben cuándo se producirá el próximo desastre ni cómo pondrán hacerle frente", agrega.


Adel Zaanoun

viernes, 14 de agosto de 2009

ONGs internacionales denuncian que Israel mató 11 palestinos con bandera blanca en Gaza


La organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) ha publicado hoy una exhaustiva investigación en la que acusa al Ejército israelí de matar a 11 civiles cuando ondeaban la bandera blanca en señal de rendición durante la ofensiva de Gaza en diciembre y enero pasados. Cinco de las víctimas mortales fueron mujeres y cuatro niños.

HRW considera que a pesar de que estas 11 víctimas representan una mínima fracción de los más de 1.400 civiles y milicianos muertos en el ataque israelí, constituyen casos claros de abusos por parte del Ejército ya que los civiles ondeaban banderas blancas en lugares en los que no había combatientes alrededor. Por eso, la organización pide a Israel que lleve a cabo una investigación independiente de estos casos.

"Todas las pruebas disponibles indican que las fuerzas israelíes tenían bajo control esas zonas, que no se estaban produciendo enfrentamientos en esos lugares y que los combatientes palestinos no se escondían entre los civiles a los que dispararon. Ondearan o no una bandera blanca, esta gente no participó en las hostilidades y por lo tanto, no deberían haber sido atacados según el derecho internacional humanitario", reza el informe de 63 páginas titulado Israel: Investiga los disparos de bandera blanca a civiles en Gaza.

Para explicar la muerte de cientos de personas inocentes en los ataques de Gaza, Israel ha acusado repetidas veces a los milicianos de Hamás de utilizar a los civiles como escudos humanos durante la ofensiva. Ayer, en su respuesta al informe publicado, el Ejército reiteró este argumento y añadió que el documento se basa en testigos que no son fiables.

HRW realiza estas acusaciones después de haber visitado los lugares de los ataques, valorado las pruebas balísticas y los informes médicos y entrevistado a múltiples testigos. A pesar de que el Ejército israelí ha llevado a cabo varias investigaciones sobre el comportamiento de sus soldados durante la ofensiva contra las fuerzas de Hamás y en los que se les exculpa de las acusaciones, HRW considera que "hasta la fecha, el Gobierno israelí y el Ejército no han realizado investigaciones serias en relación a las numerosas acusaciones de violación de las leyes de la guerra durante la operación Plomo Fundido".

Uno de los casos recogidos en el informe, cuenta cómo dos mujeres que portaban banderas blancas salieron de una casa en Atatra, al norte de Gaza, que iba a ser demolida, para avisar a los soldados de que había civiles dentro. "Abrimos la puerta y un francotirador nos disparó desde otra casa", cuenta Zakiya al Qanu de 55 años. "A Ibtisam le dieron y yo me di la vuelta para meterme dentro y una bala me rasguñó la espalda. Ibtisam murió en el quicio de la puerta".

sábado, 8 de agosto de 2009

Ha fallecido Chafic El Hut


Uno de los líderes históricos de la resistencia palestina, Chafic El Hut, murió hoy en Beirut, según anunció el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP) en un comunicado, aunque no aclaró las causas de su fallecimiento.

"Anunciamos con gran pena y amargura al pueblo palestino y a la nación árabe la pérdida del combatiente, pensador y escritor Chafic Al Hut, líder nacional, miembro del Consejo Nacional Palestino y ex miembro del Consejo Ejecutivo de la OLP", dice el texto.

Hut, uno de los fundadores de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), dimitió del comité ejecutivo de esta organización en 1993 tras oponerse a los acuerdos de Oslo.

"Vivió desde su juventud hasta su partida todas las tempestades ocurridas a nuestra causa desde la catástrofe nacional en 1948, pasando por la guerra sionista, la invasión del Líbano en 1982 hasta ser testigo de la agresión sionista contra el Líbano y los campamentos de refugiados", agregó el texto.

Al Hut nació el 13 de enero de 1932 en Jafa y en 1948 emigró con su familia al Líbano tras la creación del Estado de Israel.

Cursó estudios en la Universidad Americana de Beirut y al terminar en 1953 trabajó como profesor antes de viajar a Kuwait.

Finalmente volvió a regresar al Líbano donde ejercía la profesión de periodista. Escribió varios libros en árabe sobre el conflicto palestino-israelí.

"Proseguiremos la lucha de los que hicieron la revolución, entre ellos Chafic el Hut, que quedará en la memoria de nuestro pueblo, en el corazón de sus hijos y en los campos palestinos hasta que se realice nuestro sueño de regresar a nuestra patria y la creación de un Estado independiente y soberano, cuyo capital será Jerusalén".

Fuentes médicas, que pidieron el anonimato, dijeron a EFE que Hut estaba enfermo desde hace mucho tiempo y a menudo estaba hospitalizado, sin confirmar o desmentir que padeciera cáncer.

martes, 4 de agosto de 2009

Mariam Abderraman Halil: "La guerra de Gaza nos igualó a todos"


Mariam Abderraman Halil nunca olvidará el invierno pasado. Medio año después es imposible para el millón y medio de palestinos de Gaza pasar página a la guerra que devastó la franja mediterránea. Traumas psicológicos, pérdidas de hogares y decenas de miles de desplazados al margen, 500.000 toneladas de cascotes se apilan todavía en los bordes del territorio.

Mariam Abderraman Halil nunca olvidará el invierno pasado. Medio año después es imposible para el millón y medio de palestinos de Gaza pasar página a la guerra que devastó la franja mediterránea. Traumas psicológicos, pérdidas de hogares y decenas de miles de desplazados al margen, 500.000 toneladas de cascotes se apilan todavía en los bordes del territorio. Se necesitaría un año para desescombrar, asegura la ONU. Hará falta más tiempo. Porque de la ayuda financiera internacional, pregonada por EE UU, Europa y los países árabes, ni un euro ha llegado. Los fondos están listos, pero el Gobierno israelí impide que los materiales imprescindibles para la reconstrucción entren en esta gran cárcel. Probablemente porque no tiene más remedio, Mariam Abderraman Halil, que se resiste a revelar su edad, se esfuerza por paliar algunos efectos de la destrucción. Misión casi imposible. Sin apenas recursos, dirige una ONG, la Asociación de Desarrollo Familiar y Social, dedicada a promover proyectos económicos -modestos, cómo no, en este pedazo de tierra bloqueado desde hace tres años- para mujeres y niños: pequeños hornos de dulces, cursos de peluquería, un gimnasio...

"Tenemos grandes problemas económicos", afirma esta mujer tenaz, musulmana, simpatizante de Hamás, madre de tres hijos, y que se aferra a un clavo ardiendo para extraer algo positivo del desastre. "Lo mejor que sucedió", destaca, "es que todos se sentían cerca de todos, que todos querían ayudar. Las personas se hacen más duras y resistentes, y el rencor provocado por las disputas políticas entre Hamás y Al Fatah se esfumó. La guerra nos igualó a todos".

Todo empezó a las 11.30 del pasado 27 de diciembre. Nunca Israel había empleado contra los palestinos tácticas de guerra. Jamás había utilizado la aviación con semejante saña, para que después siguiera la labor la artillería, antes de la invasión de la infantería. Había que disuadir y propinar un castigo severo a Hamás, aunque fuera a costa de los civiles ajenos a las batallas. Porque apenas hubo combates entre milicianos palestinos y soldados israelíes. Tan sólo cohetes lanzados por las milicias -que mataron a tres personas en Israel- y fuego a discreción, a menudo indiscriminado, que acabó con la vida de 1.400 palestinos, la gran mayoría civiles.

El edificio que alberga la organización -casi 5.000 fueron demolidos y unos 20.000 seriamente afectados- resultó dañado. Como su vivienda, que abandonó en plena refriega. Mariam regresó a casa después de meses durmiendo en la de sus padres. Su marido se refugió con los suyos. Como tantos gazauis. "Hicimos reparaciones con nailon y plásticos, pero había fugas de agua y no volvimos hasta el final de la primavera, cuando dejó de llover". Remiendos improvisados que son norma en la asediada Gaza de hoy. Israel prohíbe la entrada de cristal.

Mariam y las 14 compañeras empleadas en su ONG -las mujeres participan de la vida social y económica más que en otros países árabes- trabajaron a destajo durante los 23 días de infierno. "Tratábamos de dar alimentos y alojamiento a familias cuyas casas fueron bombardeadas. Comíamos poco y dos veces al día, pero los vecinos la compartían. No ofrecíamos manjares, pero a eso estamos acostumbrados", ríe. Veintitrés días sin respiro. "Las casas vibraban. Era difícil tranquilizar a los niños, porque una también estaba nerviosa. Era necesario disimular porque es complicado explicar a un pequeño lo que es una guerra".

Mariam recuerda tiempos más pacíficos, cuando muchos palestinos tenían empleo en Israel. Su padre conducía un camión y trabajaba, dos décadas atrás, para Ariel Sharon en el rancho que la familia del ex primer ministro posee a tiro de piedra de Gaza. En los años ochenta ella emigró con su esposo, médico de profesión. Se podía entonces viajar y salir de la franja. Durante 16 años residió en Arabia Saudí y en Jordania. Regresó en 1998, en una época de optimismo que se ha desvanecido, aunque la media sonrisa permanezca en su rostro. Sabe que nuevas oleadas violentas son probables, que la lucha interna entre los palestinos parece lejos de acabar. "Es sencillo. Estamos divididos entre quienes quieren rendirse a Israel y quienes no lo aceptaremos", explica concisa antes de prometer: "No volveré a emigrar. Mejor morir aquí que en Arabia Saudí".