Palestina, federación integrada en la FIFA desde el año 1998, disputó ayer su primer partido en la localidad de Ar-Ram, al norte de Jerusalén, en un estadio que ha construido gracias a la aportación de la FIFA, cuyo presidente, Sepp Blatter, hizo el saque de honor. Blatter dijo al terminar el encuentro amistoso que "es un hecho histórico y una victoria del fútbol sobre todos los demás argumentos". Palestina y Jordania empataron a un gol ante los 6.500 seguidores que llenaron el nuevo estadio.
La FIFA aportó cuatro millones de dólares para la construcción del estadio de Ar-Ram, el primer terreno de juego construido en Cisjordania y Gaza que cumple las normativas de la FIFA. Hasta ayer, la selección de Palestina disputaba sus partidos internacionales en países extranjeros, como Qatar. "Es más que un partido, es un hecho histórico. Es la primera vez que jugamos en nuestra casa y por tanto también la primera vez en que los aficionados palestinos pueden apoyar a su selección", dijo el seleccionador palestino, Azzat Hamza.
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Los jugadores palestinos rezaron juntos en el círculo central minutos antes del comienzo del encuentro, en presencia de sus seguidores. La situación política en la zona supone un problema. "La ocupación es el hándicap para poder formar un equipo. Los jugadores tienen que atravesar tres o cuatro controles militares para ir a la convocatoria. Tardan horas en llegar. Sólo tenemos un profesional. Los demás son jornaleros, estudiantes o desempleados", dice Hazam que nació en un campo de refugiados de Ammán, como miles de compatriotas suyos.
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