Los dos hombres abrazados en la fotografía han sido enemigos mortales. Uno es Daniel Atar, quien llegó a coronel de la Brigada Golani, la más prestigiosa del Ejército israelí. En 1982, Atar iba en la avanzada de la invasión israelí de Líbano con una misión muy concreta: liquidar a militantes del movimiento palestino.
Los dos hombres abrazados en la fotografía han sido enemigos mortales. Uno es Daniel Atar, quien llegó a coronel de la Brigada Golani, la más prestigiosa del Ejército israelí. En 1982, Atar iba en la avanzada de la invasión israelí de Líbano con una misión muy concreta: liquidar a militantes del movimiento palestino. El otro es Qadura Musa. Periodista. Fue el máximo responsable de Al Fatah en la zona de Yenín y pasó 12 años en las cárceles de Israel. Viendo cómo, tras la cena, Musa se saca del bolsillo unos palillos y, en un gesto de familiaridad indudable, le pasa uno a Atar, la cuestión de cuál es la clave de la paz entre israelíes y palestinos obtiene una respuesta automática: la voluntad de personas dispuestas a arriesgarse.
"Lejaim [por la vida]", alza su copa de vino el israelí en el restaurante marroquí que ha elegido porque es un tipo de comida con el que se siente "como en casa". El palestino responde entrechocando su copa de agua. Ambos son muy diferentes. Atar come en mangas de camisa, mientras Musa no se quita la chaqueta ni la corbata. El primero es de respuestas cortas, mientras el segundo se alarga. Pero ambos se sientan juntos en el mismo lado de la mesa y se tocan mientras hablan. Atar se refiere siempre al palestino como Abu Musa, que refleja familiaridad y respeto. El palestino utiliza Danny para referirse al ex militar.
Hoy en día, Atar y Musa son los respectivos alcaldes de Gilboa y Yenín. Ciudades vecinas y hermanadas pero separadas, primero por años de violencia y luego por la barrera construida por Israel. Y son los impulsores de un proyecto que en poquísimo tiempo está consiguiendo unos resultados espectaculares y que ahora explican por todo el mundo. Atar, que milita en el Partido Laborista y es admirador del asesinado Isaac Rabin, ha logrado que el Gobierno israelí acceda a abrir la separación entre ambas ciudades y el resultado es un intercambio sin precedentes. Más de 10.000 israelíes cruzan cada semana al lado palestino. Ahora quieren que Yenín sea conocido en Europa no por los violentos combates de 2002, sino por ser un ejemplo de convivencia y seguridad. "Hace poco estuvo Tony Blair comiendo falafel en la calle. No llevábamos escolta y no se lo podía creer", explica Musa. "El mensaje es éste: hemos logrado cambiar las cosas en muy poco tiempo. Yenín es uno de los lugares más ordenados del mundo gracias al coraje y la visión de Abu Musa", dice Atar mientras ordena al periodista que tome menos notas y coma más. "Danny Atar está dando un ejemplo de convivencia excepcional entre judíos y árabes. Ha comprendido la necesidad de dos pueblos en dos Estados", replica Musa.
Las familias de ambos alcaldes se conocen y Atar hace encendidos elogios de la hospitalidad de su amigo. El israelí ha sido elegido por sus vecinos en cuatro ocasiones consecutivas. En 1995 conoció a Musa en un kibutz. El palestino había sido enviado allí por Yasir Arafat para estudiar ese modelo de productividad. "Hay mucha gente en Europa que dice que quiere ayudar a la paz. Yo les digo: vengan, pasen varias noches en Yenín, gasten allí su dinero y ayuden a su economía", subraya Atar.
Antes de irse, Abu Musa resume lo que piensa. "Danny conoce la guerra y no quiere que sus hijos la padezcan. Yo conozco la cárcel y no la quiero para mis hijos".
JORGE MARIRRODRIGA
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